miércoles, 13 de agosto de 2014

Léeme

Hola, si estás leyendo esto... Gracias, de veras; siento que si al menos hay una persona en el mundo que lo lea soy feliz. Ya que estás aquí te explicare algo curioso de mi, ¿ sabes las historias que escribo y todo lo que tengo aquí ? cada cierto tiempo lo releo, releo cada una de mis palabras una y otra vez... ¿ por qué ? por que es mi forma de experimentar lo que escribo, volviendo a vivir aquellos sentimientos ( preguntándome que fue  lo que me movió a tenerlos )  antes era míos y ahora de las palabras, aunque... siendo sincera, muchas veces me cuesta creer que son mis propias palabras, he llegado a leer incluso cosas mías aun más viejas y sorprenderme porque si no fuera por esas palabras impresas en viejas libretas de curso, nunca ... pero nunca... hubiera llegado hasta aquí, y lo peor es que esas palabras las olvide, olvide mis sentimientos, mi forma de ser ... y no comprendo como era antes, extraño, ¿no crees ? aveces siento que mis propias palabras no son mías, si no de alguien que vivió tiempo atrás y se parecía mucho a mí... y que mis recuerdos son sus recuerdos.
He aquí algunas de las frases que se perdieron en el tiempo:

''Siento que el mundo es tan inmenso y mis pies tan pequeños...''

''Siempre han habido momentos en los que me gustaría correr, correr muy lejos, hasta que mis fuerzas se acaben y mis lagrimas se borren. Pero mi cuerpo me lo impide, me impide rendirme e irme..''

Y miles más permanecen escondidas entre los folios del pasado.
No espero que comprendas, solo que me conozcas un poco, así sentiré que si algún día pierdo mis recuerdos podré recuperarlos.

-Gracias por tu atención-

Atentamente: Mi pensamiento presente y en un futuro mi recuerdo.

lunes, 11 de agosto de 2014

Pensamientos



Sinceramente, creo que mi mente
es una extraña explosión
de pensamientos llenos de ilusión
cuyo principal fundamento 
es la creatividad en cada momento
y cuya base es su finalidad
la de ayudarme a desconectar 
de un mundo en el que matar
es más fácil que amar.

sábado, 9 de agosto de 2014

A través de los sueños ( continuación )



Tiempo después, desperté algo aturdida, la noche ya había caído y el frío invadía la playa. Me incorporé y contemplé el cielo, era hermoso; hacía tanto que no lo miraba. Veía brillar la luna en su esplendor, reflejándose en el mar como un espejo a otro mundo; las estrellas iluminando cada rincón del cielo, como guías en la noche.


-A veces, me pregunto si habrá algún lugar en el que la luna brille siempre...-.


De pronto, mi estomagó comenzó a rugir, así que me dirigí de vuelta a casa por el camino que levemente alumbraba el cielo con su brillo.


Al llegar a casa volví a subir por el árbol, la ventana estaba cerrada.


-Alex, Alex.-Dije tocando a la ventana.


Se asomó y la abrió para mí.


-¿Han preguntado por mí?- Dije una vez dentro.


-No, tranquila-Se acerco y cerro la ventana- ¿eso que oigo es tu estómago?-.


-Ehhh...-dije tapando mi vientre como si así consiguiera amortiguar el sonido de mis tripas rugiendo-.


-Ve a comer, que tu estómago ya habla por ti-Dijo sonriéndome.


-¡Voy!- Me descalcé y dirigí hacía la puerta.


-No hagas mucho ruido, que apenas están durmiendo-.


Abrí la puerta lo más sigilósamente posible y me dirigí como ninja hacia la cocina; mi querido tesoro me esperaba allí. Una vez en frente de él, lo abrí con la ilusión con la que un niño espera un regalo por navidad, pero para mi sorpresa; dentro solo había una olla llena de potaje, los restos de kimbap de ayer, algunas que otras verduras y queso. Al parecer discutiendo se habían olvidado incluso de hacer la compra, pues normalmente mi querido amigo está lleno a rebozar.


Rompí unas hojas de lechuga, saqué mis tomatitos cherry y el queso dispuesta a hacerme un sándwich, así que me puse a buscar el pan, pero no quedaban ni las migas.


-Miércoles, ¿cómo puede ser que ni pan halla?- susurré enfadada.


Guardé todo en su sitio y me dirigí a la habitación cual zombi en busca de cerebros.


-Aleeex…-dije lloriqueando- ¿no tendrás algo de comer por ahí guardado?


Metió su mano bajo la almohada y sacó un paquete de papas.


-¿Te sirve esto?- dijo lanzándomelo y volviéndose a tumbar en su cama.


-¡Siii!-cogí el paquete al vuelo, y en un abrir y cerrar de ojos me lo acabé.


Ya saciada y cansada, decidí tumbarme en mi cama tal cual estaba, pues eran las doce la noche y ya no valía la pena cambiarme. A pesar de la siesta seguía teniendo sueño. Decidí rendirme y dejar que mis parpados descansaran.


Al poco rato volví a abrir los ojos, pero lo que vi no parecía ser ni de cerca mi habitación.






Miré a mis alrededores, en busca de algo familiar o alguna pista de que estaba pasando, pero lo único que descubrí es que lo que veía estaba lejos de la realidad en la que vivía. Árboles de diversos tamaños y colores me rodeaban por doquier, apenas ponía ver el cielo teñido de un violenta brillante en el que lo único que se veía eran nubes de una tonalidad amarillenta que parecían moverse a su antojo entorpeciendo el vuelo de algunas criaturillas que no lograba identificar.


De pronto, sentí que la inquietante mirada de alguien se posaba en mí; un escalofrío recorrió mi cuerpo así que fue entonces cuando decidí que debía salir por patas. Exhalé una última bocanada de aire y salí corriendo, corrí y corrí, mi corazón se estaba desbordando, pues entre los árboles veía una sombra que me seguía a una velocidad inimaginable. Empecé a sentir que mis piernas me temblaban, no podía controlarlas. Saqué fuerzas de donde no me quedaban para poder continuar, pero tropecé con la raíz de uno de los troncos y mi cuerpo se derrumbó contra el suelo. Las piedras rozaron mi piel resquebrajándola mientras intentaba proteger mi rostro de la caída.


Abrí mis ojos y contemplé mis manos algo magulladas, no les tome importancia e intenté ponerme de pie; el dolor me lo impidió. Mi pantalón estaba roto y una de mis rodillas estaba sangrando, así me quede inmóvil en el suelo mientras la sombra que antes me seguía se paraba frente a mí.


-¿Estás bien?-dijo extendiéndome su mano.


-No es nada- dije levantando mi vista.


Ante mi había un chico unos centímetros más alto que yo, cuyos ojos azul celeste me miraban fijamente;, llevaba algunos recipientes parecidos a pócimas atados a su cinturón y un arco y unas flechas a su espalda. Pude contemplar su cuerpo lleno de cicatrices, pues no llevaba camisa, solo un pantalón y una capucha que cubría su frente y enmarcaba aún más su mirada.





-¿Quién eres y ... dónde estoy ? -.